Ernesto Zedillo Ponce de León regresó a México, para exponer los riesgos de tomar el “camino fácil” en la política

Responsabilidad, camino hacia el liderazgo 

Durante su administración fue calificado como un líder gris y poco carismático, de bajo perfil y con una pobre estampa para ser el Presidente de los Estados Unidos Mexicanos. 

Casi ocho años han transcurrido desde que terminó su gestión y fue acogido por la Universidad de Yale. 

Ocho años tras los cuales regresó al país, llenó un auditorio, y arrancó nutridas ovaciones. Ernesto Zedillo Ponce de León retornó a México por unas horas y lo hizo para sorprender a quienes le escucharon por última ocasión aún en su cargo de mandatario de la nación. 

Desde que terminó su sexenio, el cual despegó con “la primera gran crisis del siglo XXI” -como la catalogó el entonces director gerente del Fondo Monetario Internacional, 

Michael Camdessus-, y terminó con una de las tasas de crecimiento más altas de los últimos 14 años, Zedillo Ponce de León dejó el pasado atrás, y buscó un camino lejos de los reflectores, de la administración pública y de la política nacional. 

Con este afán, regresó a la institución que le brindó el doctorado en Economía, y quien le acogió como catedrático de política y economía internacional. 

Además, en donde dirige el Centro de Estudios para la Globalización. 

Durante este periodo de ausencia, también se convirtió en miembro del consejo de administración de Procter and Gamble, Alcoa y Union Pacific, además de convertirse en un conferencista carismático, bien articulado y con una presencia que domina el espacio en donde se presenta. 

Todo indica que el autoexilio le sentó bien. Populismo, el camino fácil 

Con la experiencia y seguridad de quien ha observado y ha sobrevivido a las entrañas de la política nacional e internacional, Ernesto Zedillo acepta participar en el foro Expo Management 2008 que se llevó a cabo en la ciudad de México, toma el estrado, y sin titubear espeta: “La responsabilidad no es para ser popular... a muchos políticos bien les serviría guardar las encuestas en el cajón, y concentrarse en qué pueden y deben hacer con la responsabilidad que les fue conferida”. 

La historia, aún reciente, parece develar que el tan criticado bajo perfil que mantuvo, no fue otra cosa que consistencia con su ideología. Un funcionario que dejó de lado el protagonismo, para dedicarse a solucionar la crisis económica y social que experimentó, que se concentró en reducir los históricos niveles de deuda que mantenía el país, que abrió el camino hacia la transición democrática y que fincó las bases para políticas sociales que han sido recuperadas por los gobiernos de oposición de Vicente Fox Quesada, y hasta por el propio Felipe Calderón Hinojosa. 

Los asistentes lo escucharon con atención, y en más de una ocasión le interrumpieron para aplaudir de forma espontánea sus ideas. “Es cierto, durante mi gobierno enfrenté muchos desastres naturales, aunque créanme, ¡fueron mayores los desastres no tan naturales que hubo que resolver!”, y el publicó explotó en carcajadas. 

“En donde yo me eduqué, en el Instituto Politécnico Nacional, creemos en el sentido de la responsabilidad y la vocación de servicio. 

Y es en los verdaderos momentos de prueba, en las circunstancias difíciles, cuando uno tiene que demostrar este sentido de responsabilidad y compromiso”. 

Lo más sencillo, continuó, es convertirse en un político popular, aunque ello signifique evadir los problemas. 

“Sólo hace falta echarle un vistazo a las campañas presidenciales que se están llevando a cabo en Estados Unidos. Lo más sencillo es culpar a los demás de los problemas. 

Hay políticos que simplemente deciden tomar el camino fácil, el populista, y evitan emprender políticas públicas que tendrán un efecto positivo en el largo plazo”. 

Como ejemplo, criticó ampliamente la argumentación que los candidatos estadunidenses hacen sobre los efectos negativos del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). 

Desde su perspectiva, culpar a la apertura comercial por la pérdida de empleos, a México y a China por destruir su mercado laboral, no tiene lógica. 

“Y menos, cuando Estados Unidos ha registrado las tasas de desempleo más bajas, desde que entró en marcha el TLCAN”. 

¿Qué es lo que motiva a los políticos ha utilizar esta fórmula? El economista mexicano tiene una teoría: los estadunidenses han encontrado que es políticamente rentable ligar el miedo con el éxito electoral. 

Le funcionó a George W. Bush al intensificar el temor de nuevos ataques terroristas, para lograr el apoyo ciudadano que le mantendría en la presidencia. 

Pero desde la perspectiva del también investigador mexicano, los demócratas ya encontraron su propia fuente de miedo, con la cual están dispuestos a ganar las próximas elecciones. 

“En el Partido Demócrata también están manejando la política electoral de una manera que resultaría perjudicial, no sólo para los intereses de Estados Unidos, sino para los de todo el mundo. 

Ese tema es el comercio exterior”. Para Zedillo, es dramático que este partido argumente que el TLCAN ha costado a Estados Unidos ciudades enteras devastadas por la falta de empleo. 

“Es inevitable encontrar un desafortunado paralelismo entre la dependencia de los demócratas a una estrategia de miedo al comercio para ganar votos en el 2008, y la dependencia de los republicanos al miedo al terrorismo”. 

Y como estos, los ejemplos que enumera durante su presentación alcanzan a la política nacional, en donde lamenta la pobre calidad educativa que aún se mantiene, la falta de acuerdos entre partidos políticos, así como la persistencia de legislaciones carentes de vigencia. 

“México debe ser líder para resolver sus propios problemas... las discusiones que actualmente se están escuchando, no necesariamente corresponden a la realidad del país. 

¡Lo que los empresarios necesitan es que los dejen trabajar!”, y los presentes irrumpieron en una sonada ovación. Del Ernesto Zedillo de fútil figura ha quedado poco, o casi nada. Y todo indica que del ideólogo, hay aún mucho que esperar.

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